Fue delicioso -me dijo. Desperté sin zapatos, con las rodillas en carne viva, nalgueada por una lesbiana y con la cartera de un travesti sordomudo en el asiento trasero del carro.
Durmió treinta minutos, se ducho con agua fría y se fue a recibir a los inversionistas que iban a conocer la planta.
La reunión fue un éxito, aunque no recuerda sus nombres. El del travestí sí.
viernes, 27 de agosto de 2010
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