lunes, 25 de octubre de 2010

Guerra por la Salud Pública

Ya ni tiempo hay de enterrar a los muertos. Cuando los ataúdes grises de los 14 muchachos asesinados el viernes en Ciudad Juárez aún estaban abiertos, otro grupo de sicarios -también amparado en la noche y la impunidad- irrumpió en un centro de desintoxicación de drogadictos de Tijuana, formó a 13 de los internos junto a una tapia y los fusiló con armas de alto poder. Unos minutos más tarde, los autores de la matanza intervinieron la frecuencia de la policía y, sobre un fondo de narcocorridos, profirieron una amenaza: "Esto apenas empieza. Habrá 135 asesinatos". Un muerto por cada tonelada de marihuana que las autoridades decomisaron y quemaron hace solo unos días.

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