sábado, 11 de octubre de 2008

La unificación de la oposición para el 2010

Por Walter Antillón

Escribo aquí lo que pienso de “la unificación de la oposición con vista a las elecciones de 2010”, con el objeto de aclarar mejor las cosas para mí mismo; y también para contribuir a la reflexión colectiva.
1. Hay algunos compañeros persuadidos de que la unidad de la oposición se logra convenciendo a los líderes de los partidos afines de que perderían las elecciones si se presentan cada uno por su cuenta. De acuerdo con dicha tesis, creen que deberíamos empezar por visitar a dichos líderes y conseguir su promesa de asistir o enviar sus representantes a la reunión del 27 de Octubre, confiando en que en esta reunión terminarán de convencerse.
2. Creo sin embargo -ojalá estuviera equivocado- que los principales líderes de la oposición, que cuentan o especulan con un relativamente grande caudal de votos y tienen “deuda política”, no estiman deseable ni útil exponer su status político ni los recursos financieros de su partido en una convención general; cuando saben que al final de cuentas, ante la amenaza del triunfo del neoliberalismo, los seguidores de los otros partidos de oposición terminarían por unírseles, al menos con el voto.
3. Además es un hecho innegable que muchos de los partidos pequeños se proponen como objetivo principal sacar uno o dos diputados y otros tantos munícipes; de modo que prefieren asignar los cargos dentro de casa (para amasar 'deuda política' y con miras al futuro) y no exponerse a la atomización que supondría una convención nacional.
4. Frente al ensueño de la unidad, ellos colocan la práctica de los resultados que la experiencia ha mostrado como posibles. Nunca sirvió de nada aferrarse a un ideal inasequible que casi siempre nos llevará, en los hechos, al resultado que queríamos evitar.
5. Pero nosotros, con nuestros sombreros de simples ciudadanos, no tenemos que caer en esa lógica partidaria; al contrario, debemos sobreponernos a ella y pensar en términos distintos; tal vez opuestos.
6. Estamos pensando en la unidad de la oposición con miras a las elecciones de 2010; pero también, más allá del 2010, estamos pensando en un gran movimiento patriótico que sea capaz de cambiar el equilibrio político de Costa Rica, para que el pueblo ejerza efectivamente la soberanía, delegando regularmente su poder en sus representantes libremente elegidos, pero vigilando constantemente los actos de ellos, e interviniendo en la conducción del Estado, en su condición de soberano, cuantas veces lo juzgare necesario. Estamos pensando así, y ese pensamiento es diferente o quizás incompatible con la 'economía electoralista' de algunos o muchos de los partidos políticos de oposición. Este proyecto a futuro debe desligarse de la coyuntura electoral del 2010, de modo que no lo afecten el triunfo ni la derrota en las urnas.
7. Si para el futuro precisamos de la unidad estratégica del pueblo, para el 2010 necesitamos de su unidad táctica, con las miras puestas en un objetivo puntual: LA DERROTA DEL NEOLIBERALISMO DEL GRUPO ARIAS Y ASOCIADOS. La derrota de otros neoliberalismos camuflados entre las filas de la oposición vendría después, cuando la práctica los deje al descubierto.
8. Por esa razón, para el 2010 necesitamos la unidad del pueblo como un ideal táctico eventualmente contrapuesto a los objetivos de los partidos de oposición. En consecuencia, no debemos intentar esa unidad de la mano con los partidos, junto a los partidos, sino frente y contra los partidos. No en el sentido de que debemos romper con ellos; pelearnos con ellos; sino en el sentido de tener claro que vamos a intentar una unidad violentando talvez sus cálculos, a contrapelo de sus expectativas de corto plazo.
9. Entonces, lo que es verdaderamente vital, urgente, impostergable para el objetivo que perseguimos es que nuestro grupo contacte todas sin excepción las organizaciones cívicas no partidarias (comités, sindicatos, agrupaciones de toda clase), para persuadirlas de que cumplan un sólo rol, muy concreto, frente a los partidos: exigirles que vayan unidos a las elecciones, en una coalición con candidaturas únicas para presidente, diputados y munícipes, y una plataforma ideológica y política común.
Lo demás es carpintería

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