miércoles, 27 de mayo de 2009

Incomprensión elemental


Cuando las personas tienen una experiencia cercana a la muerte suelen decir: Volví a nacer! (con una gran sonrisa en la cara).
Pero nacer no es algo bonito, algo que nos haga sonreír. Por el contrario es horrible, nos hace gritar y llorar desesperados.
Las experiencias cercanas a la muerte son más bien una ruptura fundamental con nuestra vitalidad. Es decir, se trata del feliz nacimiento de nuestra muerte, que constantemente intentamos abortar, como si con ello puideramos dejar de morir. Es la muerte la que nos hace sonreir.
Un renacer, es todo lo contrario. Es tan traumático como el parto. Renacer significa reinventarse, crearse de nuevo. Este proceso implica un abandono de la situación de comodidad anterior, para enfrentar un nuevo mundo que debe construirse (con otros, por supuesto).
Pero para renacer debemos morir primero. Y como tememos tanto a la muerte, nos conformamos con la primera vida que sale, cuando podemos tener muchas.
Entonces, para vivir debemos morir y renacer: vivimos renaciendo. Vida y muerte no se niegan, se acompañan, conviven.
Esta aventura de abrazar la muerte y crear nuevos mundos es dolorosa, pero es la única forma de cabalgar la vida. ¡Quién nunca ha muerto nunca ha vivido!

5 comentarios:

Phiblógsopho dijo...

Vaya Agus... ¿ya estás leyendo los capítulos del ser-para-la-muerte de Ser y Tiempo?

Estás adelantado, muchacho...

Chio dijo...

así es! Pero creo que en ese vaivén hay que tratar de no echar un caparazón que no nos deje sentir, pues creo que de ese crecimiento, evolución, desarrollo o lo que sea, uno va creando a veces una capa, algo que no nos deja sentir tan impulsivamente, y bueno se comienza uno a volver frío, a no sentir, porque siempre que se siente, se sufre. Pero bueno creo que quizá por ahí puede ser leído eso que escribiste, porque si uno ama ese morir y renacer, debería por lo tanto amar también eso que lo produce, y es quizá el despojo de la seguridad… que a veces termina siendo lo que nos mata, digo yo…je!

Agustín Gutiérrez Carro dijo...

Gracias Tartaruga.
Jethro, todavía no, pero pronto.
Chio. De acuerdo. Sólo nos atrevemos a renacer unas cuantas veces, la mayoría ni siquiera una (se conforman con las identificaciones inerciales). Renacer implica un sensibilidad radical, precisamente por eso, una vez que se hace por primera vez se puede pensar que ya acabó, que ese es uno, que no hay que volver a romper las costuras internas. Entonces se echa el caparazón, como decís vos.
Pero en una época tan lúgubre, no queda más que renacer.

paoravasio dijo...

dem bien dicho agus.

la única manera de vivir es

... sin miedo a la muerte, pues la muerte es la vida por excelencia; su potencialidad caduca en el cerrar de ojos y ahí, encuentra su máximo sentido al dejar de ser, escribiendo su punto final.

y ... completamente desnudos, para recomenzar a escribir ciegamente sobre la piel

Anónimo dijo...

El problema me parece es que ambos nacer y morir son actos fundamentalmente fuera de nuestro control.

Creo que la gran incertidumbre empieza cuando uno teine que encontrar rumbo, si uno no sabe donde esta o adonde quiere ir, vivir o morir no son el miedo o la preocupacion...

Es el limbo...

Es la incapacidad de salir de la muerte hacia el renacer, quedamos indefinidamente atrapados en nosotros mismos, cuestionando, pensando, recordando y a final nada nos asugura una salida.

La vida nos lleva por laberintos, pero solo algunos encuentran la salida, otros no logramos tener un respiro para poder seguir adelante, solo sentimos un ahogo que nos lleva cada dia mas cerca a la inevitable inexistencia...

Admiro a quienes encuentran la salida, a quienes no se rinden....

A los que logran renacer...

A los otros los entiendo... y lejos de juzgarlos los abrazo, no estan solos, muchos nos sentimos perdidos en esta vida, sin poder morir o nacer, nada mas atrapados en un infierno de dolor, incertidumbre y soledad, cubiertos en lagrimas esperando que un acto fuera de nuestro control nos saque de nuestra realidad...